¿Quién no ha oído alguna vez eso de…"cuando el rio suena,…”? Es cierto. Una vez más, un sabio refrán trata de enseñarnos una modélica filosofía de vida. El problema surge, cuando este peculiar rio suena, pero es poco más que aire lo que alberga en su cauce y creedme que todo este cúmulo de posibilidades entremezcladas con la profesión periodística, puede dar lugar a una auténtica bomba de relojería.
No nos encontramos ante algo novedoso ni surgido en esta sociedad. La palabra rumor como define la RAE, se trata de: “un ruido vago, sordo y continuado”, el cual, siempre ha existido y existirá. Puede tener numerosas acepciones, pero sobre todo puede generar infinidad de consecuencias. La aparición de internet y aceleración de medios tecnológicos ha aumentado notablemente el riesgo extremo de estas. Actualmente, la accesibilidad del los mismos produce cifras escalofriantes de consumidores en tan solo segundos y por tanto, multiplican infinitamente sus repercusiones tanto, positivas como, negativas.
Bulos en ocasiones irónicos e inofensivos, como si del veintiocho de diciembre se tratase todo el año, pero en otras ocasiones, de una carga informativa tan delicada, que pueden convertirse en una información verdaderamente perjudicial para sus protagonistas. Los medios que transforman estos rumores en noticia, también se encuentran en la “cuerda floja”, el precio de ser los pioneros puede ser muy caro.
El periodista siempre ha luchado por corroborar la información que genera, situando esto en uno de los principios fundamentales de la profesión, pero en ocasiones, se ha convertido en el conejillo de indias de las propias noticias (Caso del sociólogo de Murcia http://www.laopiniondemurcia.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2009021400_2_150867__Comunidad-Internet-hace-famoso-supuesto-creador-imagen-turistica-Murcia ). Peculiar y cada vez más extendida tendencia a culpar de todos los males de la humanidad a los medios de comunicación, pero ¿De verdad piensan que el “poder divino” lo tenemos los periodistas?
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